A Bali se llega expectante y se regresa hechizado; enamorado de un paraíso esmeralda lleno de vida y contrastes. De esta isla, tan bien llamada de los dioses, se han escrito ríos de tinta, tantos, que mientras la sigan cuidando como hasta ahora, nunca dejarán de fluir, porque quienes lleguen a ella, acabarán enamorándose de Bali y tendrán la necesidad de contar a los cuatro vientos las maravillas que ofrece este paraíso indonesio, porque se habrá metido en sus almas.
A Bali sólo le sobra una cosa: la lejanía. Pero a poco de pisar el aeropuerto de Dempasar, al viajero se le olvidan, como por ensalmo, las veinte horas de viaje, y nada más llegar sus cinco sentidos se ponen de inmediato a procesar sensaciones sin descanso.
Desde un primer momento Bali ofrece una luz especial, la del Trópico, donde los colores parecen que son más colores que en otros lugares de la Tierra. Enseguida asaltan a las pupilas los primeros altares, las primeras ofrendas a los dioses del larguísimo panteón de Bali.
También, enseguida, aparecen las primeras sonrisas, los saludos con las manos unidas a la altura del pecho y el salamat tinggal ( bienvenido), y las miradas de los balineses y balinesas, oscuras y profundas, pero extrañamente familiares.
Comentarios Viaje
Vaya viaje.. mil gracias por todo!
Lo de Ubud es para volverse loco!
Gestionando quedarnos a vivir aqui 🙂
Lo del Restaurante que nos dijiste, recomendabilisimo!… de hecho “nos han contratado” a tiempo parcial.. .te mandaremos foto que lo atestigua!
(nos metimos hasta la cocina nunca mejor dicho tras mostrar tantisimo interes en la carta… una locura como han dado la vuelta a platos españoles esa pareja de canadiense y española)
Lo dicho..
Mil gracias por todo Marta!
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